¿Qué es la Adoración Eucarística?
La adoración Eucarística es adorar la divina presencia real de Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en la Eucaristía.
Adorar es la relación natural del hombre con Dios, de la creatura inteligente con su Creador. Los hombres y los ángeles deben adorar a Dios. En el cielo, todos, las almas bienaventuradas de los santos y los santos ángeles, adoran a Dios. Cada vez que adoramos nos unimos al cielo y traemos nuestro pequeño cielo a la tierra.
Nuestra Capilla de Adoración Perpetua está abierta las 24 horas del día, 365 días por año. Con pandemia o toque de queda las visitas están restringidas, pero se transmite en continuo por internet.
El motivo que hace única a la Adoración Perpetua es que el Señor sea adorado incesantemente y que la iglesia esté siempre abierta.
En efecto, en una capilla de Adoración Perpetua, los adoradores rezan a toda hora del día y de la noche, elevan alabanzas, súplicas, acción de gracias, bendiciones y rinden honor al Señor como comunidad.
Los adoradores que se suceden día y noche ofrecen un gran testimonio de fe que ayuda e interpela al mundo, atrae a quienes están en la búsqueda de Dios y llama la atención a quien está lejos del Señor para que se acerque a Él.
La capilla de la adoración perpetua es la fuente de agua viva que quita la sed de vida, es un faro en la noche del mundo, es la puerta al Cielo que permanece abierta. De ella se derraman gracias, beneficios y conversiones.
Puedes venir a nuestra Capilla cuando quieras, está siempre abierta.
Mejor aún, inscríbete como adorador. Comprométete a venir una hora a la semana, de día o de noche, cuando los desees. El Señor no debe estar nunca solo.
Testimonios de Adoradores
Con mucha alegría y gratitud, queremos compartir nuestro testimonio con ustedes.
Llevamos casi 10 años de matrimonio, y nuestro sueño desde el principio fue formar una familia prontamente, es decir, sin aplazar mucho la llegada de los hijos.
Sin embargo, nuestro sueño se veía lejano de cumplirse, ya que pasaba el tiempo y yo no lograba quedar embarazada, a pesar de que los exámenes médicos indicaban que todo estaba normal por parte de los dos.
Finalmente, en septiembre del año 2012, se produjo el milagro del embarazo de manera totalmente natural, pero a los 2 meses de gestación lamentablemente perdimos a nuestro bebé, lo cual fue obviamente motivo de mucho dolor y tuvimos pasar por un buen tiempo de duelo.
Sentimos nuestras esperanzas e ilusiones rotas, y en particular en mí, comenzó un período de mucha ansiedad por lograr nuevamente otro embarazo. Fue un período muy difícil; cada vez que se aproximaba junio, sentía una profunda tristeza y nostalgia, ya que nuestro hijo hubiese nacido en esa fecha.
Somos católicos, y durante todo ese tiempo nos sentimos fortalecidos por la oración de nuestros hermanos de comunidad y nuestras familias. Pero en mí, la ansiedad crecía y crecía, a pesar de creer que ya se lo había entregado al Señor.
Por pura gracia y misericordia de Dios, en el año 2013 se inauguró una Capilla de Adoración Perpetua en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, y a partir de ese año hasta ahora, somos adoradores perpetuos los días sábados a las 21.00 hrs. Con un poco de temor al principio, asumimos el compromiso de inscribirnos de manera fija. Temor, básicamente de no ser capaces de cumplir todas las semanas y fallarle al Señor. Pero Él es hermoso y casi nunca hemos tenido problemas en asistir, y si los hay, siempre encontramos a alguien que nos pueda reemplazar.
La experiencia de ser adoradores ha sido increíble. Nuestras vidas ya no son las mismas que antes. Frente a Jesús Eucaristía sentimos cómo Él nos consuela, nos habla, nos aconseja, nos inunda con su paz, y también cómo nosotros podemos reparar las heridas de su Corazón.
Muchas veces, frente al Santísimo, le clamé al Señor de rodillas por un hijo, aunque esta vez la ansiedad era mucho menor. Por medio de la oración con la Palabra de Dios, comencé a recibir promesas de parte de Dios, como por ejemplo: “Alégrate, exulta de gozo, tú que no has tenido hijos, porque el Señor multiplicará tu descendencia” (cfr. Isaías 54,1), y muchos mensajes similares que llenaban de gozo y esperanza mi corazón. Unido a lo anterior, fuimos con mucha fe al Santuario de la Dama Blanca de la Paz en Peñablanca, a pedirle a la Santísima Virgen su intercesión.
Luego, en octubre del año siguiente (2015), asistimos a una de las Eucaristías del Padre Ghislain Roy en el Templo de Maipú, y después de la Comunión, el padre dio la siguiente palabra de ciencia: “hay aquí un matrimonio que no ha podido tener hijos, pero el Señor les dice que el próximo año, en esta misma fecha, tendrán un hijo. Que se ponga de pie ese matrimonio”. ¡Nosotros nos pusimos de pie, y cuál fue nuestra sorpresa al ver que éramos los únicos de pie en toda la asamblea! Fue un momento inolvidable.
El Señor cada día me fue sanando de la ansiedad, ya que reiteradamente me recordaba sus promesas dichas en su Palabra y también a través del Padre Roy. Ya estaba sembrada la semilla y ahora sólo debíamos esperar en el tiempo del Señor. Sólo creer y aferrarse a sus promesas y no soltarlas.
Alrededor de febrero del año siguiente (2016), empecé a tener síntomas extraños y dolor punzante en mis ovarios, como contracciones. Con el transcurso de los meses, mi médico descubrió la presencia de un pólipo uterino, que era una de las posibles causas que impedía el embarazo.
¿Por qué no se detectó antes? Simplemente, misterio de Dios y parte de su plan de amor perfecto. Él tiene todo bajo control y es dueño de todo lo que nos acontece.
Probablemente tenía ese pólipo hacía mucho tiempo, pero simplemente no había forma de detectarlo y tampoco yo tenía síntomas.
Me realicé una operación quirúrgica donde se me extrajo el pólipo, a fines de julio de 2016, y a los pocos días, ocurrió el milagro: quedé embarazada.
Y lo más hermoso de todo es que la concepción se produjo en torno al 15 de agosto, día de la Asunción de la Santísima Virgen.
Hoy día nuestro hijito Rafael Vicente tiene un año de vida.
Sin duda nuestro hijo es un milagro de Jesús Eucaristía y la Santísima Virgen: ellos están íntimamente unidos. Sólo podemos decir, para concluir, que Dios es fiel a sus promesas; para Él nada es imposible, y estar de rodillas frente a Jesús Eucaristía robustece tu fe y te ayuda a entender que, si tienes que esperar, bendito sea ese tiempo de espera, porque después, en el tiempo de Dios, ¡verás los frutos de tu oración!
¡Alabado sea nuestro Señor Jesucristo!
Jaime Oviedo y Carolina Palma